6 octubre, 2024

DIÓCESIS DE TUMACO

“Cuando en familia y comunidad nos escuchamos, el amor de Dios celebramos”

PLAN PASTORAL DIOCESANO

Estructura pastoral.
Aspectos fundamentales del proceso.

1. Realidad
2. Ideal
3. Camino
4. Kerigma: Eje trasversal del Proceso
5. Criterios o luces que iluminan el camino
6. Espiritualidad de comunión misionera


LÍNEAS COMUNES

El tiempo es superior al espacio Este principio que daría una clave teológica del pontificado de SS Papa Francisco, en EG No 222, pareciera se refiere a dos conceptos claves del periodo de los padres de la Iglesia: economía e inmanencia, que para el hoy de nosotros como pueblo, negro, mestizo e indio, sería el comprender la singularidad de la historia en su valor experiencial y particular, dentro de una concepción cristiana, donde nuestras experiencias no son anuladas sino añadidas a la experiencia hecha de Dios en la persona Santa de Jesús, su trascendencia y eternidad como lectura propia de la teología y cosmogonías de las historias de nuestros pueblos.

Espiritualidad de Comunión. Significa una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, (Cfr. Jn 17, 21-23) y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado. Así podremos sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo Místico y, por tanto, uno que me pertenece, (Cfr, Gn 4, 9) para saber compartir sus alegrías y sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad. Es la capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios: un don para mí, además de ser un don para el hermano que lo ha recibido directamente. Es dar espacio al hermano llevando mutuamente la carga de los otros (Cfr Lc 10, 25-37) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos acechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidia. Solo así se podrá testimoniar el compromiso de los cristianos para hacer el mundo cada vez más humano e implica construir la civilización del amor que supone evangelizar en profundidad la cultura y las culturas del hombre.

Pastoral en salida. Desde la compresión teológica-pastoral del papa Francisco se entiende que existe una actitud fundamental en la iglesia, que la debe identificar, que si se fija, es lo más propio del mismo Dios-Yahveh que salió de sí mismo para crearnos (Cfr. Gn 1, 27), que salió a acompañar a su pueblo (Cfr., Ex 6, 7 Jr 7, 23, Ez 36) que se encarnó y habito entre nosotros (Jn 1, 1-18). Y que no nos dejará solos (Mt 28, 20), es decir un Dios que sale de si para mostramos un rostro de Padre que nos ama. Por esto lo que más puede identificar a la iglesia en que tiene la misión de salir de sí misma y llevar el mensaje del Reino a todos. Es decir: la pastoral de la Iglesia tiene como imperativo categórico la misión, salir de sí al encuentro con los otros, especialmente el más necesitado2. Por eso el papa Francisco afirma que prefiere “una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG 49) Así como Dios en su economía salvífica sale de Sí a través de la salvación en una Cruz de su Hijo.

Valoración, pero no absolutización de la religiosidad popular (Evangelización). Nuestros pueblos históricamente han tenido una riqueza espiritual, que en muchos casos se entrecruza con lo cultural y folclórico. En lo profundo de esas expresiones existe una riqueza inigualable que no podemos desaprovechar. Ella expresa la profunda espiritualidad de nuestras comunidades. Se entiende que para nuestros pueblos la realidad espiritual es propia, contiene una valor ontológico, no se discute. Allí están las “semillas del Verbo”. Por esto debemos conocer profundamente esas expresiones, valorando lo bueno y sabio y transformando, purificando, renovando, llenado de vida aquello que se aleja del cristianismo. Es la superación de lo mágico, mítico, superficial, para llegar como pueblo a la elaboración de una espiritualidad profunda que nos permita a todos ser testigos del reino de Dios, en Jesucristo nuestro Salvador.

Primacía de la evangelización sobre la estrategia. El mundo de hoy se cateteriza por buscar sistemas que lleven a la perfección, que sean eficaces y eficientes. Esto puede ser positivo, pero no podemos caer en esa carrera pragmática, que hace olvidar la realidad, que nos hace perder del objetivo fundamental que tenemos como iglesia,. Como lo es ser testigos del reino de Dios. Ese es nuestro gran objetivo: Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que Yo les he encomendado (Mt 28,19-20). Pensar la primacía de la Evangelización sobre la estrategia es comprender que “Hay estructuras eclesiales que pueden llegar a condicionar un dinamismo evangelizador; igualmente las buenas estructuras sirven cuando hay una vida que las anima, las sostiene y las juzga. Sin vida nueva y auténtico espíritu evangélico, sin «fidelidad de la Iglesia a la propia vocación», cualquier estructura nueva se corrompe en poco tiempo.”

Un proceso, varias realidades. Somos cocientes que como diócesis de Tumaco, tenemos un camino que recorrer, que lo conocernos como el Plan de pastoral Diocesano (llamado en adelante PEIP). Sin embargo debemos tener en cuenta que también a lo largo de nuestra diócesis se dan una diferencias marcadas, algunas por la situación geográfica, cultural, económica, de camino pastoral. Por esto en las diferentes lecturas de la realidad que se irían desarrollando a lo largo del año descubriremos cuales son las rutas más idóneas para conocer, amar, implantar, desarrollar nuestro itinerario pastoral, siendo fieles con este plan de Dios que se nos ha heredado a todos nosotros. Un plan pastoral, que sin ser absoluto y totalizante es una gracia de Dios para todos nosotros, y lo recorreremos según realidad de nuestra pastoral parroquial.

Organización administrativa parroquial. Este es un tema que debe estar enmarcado por una actitud propia de la iglesia: La providencia. Sin embargo hoy el mundo ha cambiado y debemos estar atentos a estos signos de los tiempos que nos exigen cambiar algunas estructuras y modos de proceder en nuestra vida eclesial. Por años nuestras parroquias, quizá también nuestras curias, han sido administradas de una forma muy serena y confiada. Como sabemos la iglesia puede administrar bienes temporales como bien lo afirma el código de derecho canónico en el capitulo V, sin embargo el rigor administrativo de las instituciones del estado cada vez nos exigen mayores controles, seguimientos y rigor en la administración de estos bienes. Por esto se hace urgente a nivel de nuestras parroquias y organizaciones de carácter eclesial, construir mecanismos, generar controles, realizar procesos muy serios que nos permitan nos solo ser buenos administradores de los bienes que la iglesia nos concede, son también mostrar con una sana contabilidad parroquial que merecemos la confianza que han depositado en nosotros.


ELEMENTOS UNIFICATIVOS

CRITERIOS PASTORALES

Trabajo con los criterios de estructuración de la Iglesia particular.

Para este punto seguimos el “Directorio Pastoral de los Obispos” (Ecclesia iI magno) En el apartado que se refiere a los criterios generales sobre el gobierno de la diócesis.

El criterio del bien común (El 93) “El bien común de la diócesis, subordinado al de la Iglesia universal, prevalece sobre el bien de las comunidades particulares de la diócesis. Para determinar este bien común, el Obispo debe conocer la situación de la diócesis; debe actualizar y verificar dicho conocimiento por el estudio, la investigación socio-religiosa, el consejo de personas prudentes, el diálogo con los fieles; debe hacerlo en forma permanente ya que las situaciones hoy están sujetas a cambios rápidos.

El criterio de la unidad (El 94) “En el ejercicio de su ministerio pastoral el Obispo, reconociendo que él es y actúa como “principio visible y fundamento de la unidad” (LG 23) de la Iglesia particular a él confiada, debe preocuparse activamente por la unidad de toda la Iglesia Católica. Esta preocupación por unirla, sin embargo, admite legítimas diversidades que el Obispo debe aceptar de acuerdo con las normas del Derecho”.

El criterio de la colaboración responsable (El 95) “Todos los cristianos, sea singularmente o asociados entre ellos, tienen del derecho y el deber de colaborar en la misión de la Iglesia, cada uno según la propia vocación particular y según los dones recibidos por el Espíritu Santo. Del mismo modo, gozan de una justa libertad de opinión y de acción en las cosas que no necesariamente son exigidas por el bien común. En el gobierno de su diócesis el Obispo reconoce y preserva con diligencia la sana multiplicidad de iniciativas y la justa libertad tanto de los individuos como de los grupos. El de buena voluntad comparte su responsabilidad con otros, personas y grupos, y confía en aquellos que le ayudan en los diversos oficios y cargos y los anima y los ayuda a que asuman conscientemente y de buena voluntad las tareas que les ha confiado de acuerdo a su vocación o según
las directivas de los sagrados cánones”.

El criterio de subsidiariedad (El 96) “Lo que otros pueden realizar el Obispo ordinariamente no lo concentre en sus manos; más bien, muéstrate respetuoso de las legítimas competencias de otros, conceda a los colaboradores las oportunas facultades y favorezca las justas iniciativas de los fieles, tanto individuales como asociadas.

El criterio de la coordinación (El 97) “Mientras por una parte el Obispo debe estimular, animar, y acrecentar las fuerzas que operan en la diócesis, al mismo tiempo debe coordinarlas entre ellas, salvados siempre la libertad y los derechos legítimos de los fieles; así se evitan dispersiones dañinas, repeticiones inútiles, discordias deletéreas”.

El criterio de la persona justa en el puesto justo (El 98) “Al utilizar la actividad de sus colaboradores en el gobierno de la diócesis, el Obispo se guía por criterios sobrenaturales. Por lo mismo primeramente mira al bien común de las almas, respeta la dignidad de las personas y utiliza su capacidad en el modo más idóneo y útil posible, al servicio de la comunidad, asignando siempre la persona justa al puesto justo”.

Estos criterios del gobierno de la Iglesia deben encontrar su aplicación no sólo en el estilo de vida que ellos conllevan sino también en las estructuras que lo facilitan. Todo ello al servicio del misterio constitutivo de la Iglesia y de su expresión y misión históricas.


OPCIONES PASTORALES

Por la promoción y defensa de la vida digna para todos de manera especial en los pobres y excluidos. La defensa de la vida es una constante divina que encuentra su fundamento en la misma Palabra de Dios (Cfr. Gen 4, 1-16) y, por eso, Dios invita a su pueblo elegir la vida sobre la muerte (Cfr. Dt 30, 15-20); el mismo Jesús la coloca como principio dinamizador de su misión: “Yo soy un Dios de vivos” (Mt 22,32). Como también, así lo reveló Pedro en Jn 6, 68: “Tus palabras son vida eterna” y Jesús lo confirma en el ambiente dramático de la última cena: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14, 6). Por otra parte, la opción por Jesús nos conduce a la amistad y cercanía con los pobres. La opción por la vida es un llamado a la responsabilidad que tiene el bautizado en la transformación de la sociedad: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn. 10, 10). Es por eso, que en la sociedad la persona debe vivir dignamente desde la óptica de la fe.

El Evangelio abarca casi todo lo que, a través de la experiencia de la razón humana, se afirma sobre el valor de la vida, y además lo acoge, lo eleva y lo lleva a buen término. Y si nos preguntáramos: ¿Dónde o en qué se fundamentan los DDHH? Sin ningún reparo, tendríamos que responder, que éstos se fundan en la Palabra de Dios, en la lectura fe. Por esto, los derechos humanos no son simplemente una opción ideológica, sino que están intrínsicamente adheridos en lo más profundo de la Palabra de Dios y en la reflexión teológica de la Doctrina Social de la Iglesia.


La opción por Jesús nos conduce a la amistad y cercanía con los pobres. Al hablar del pobre es importante entender con mayor profundidad un principio teológico que hemos impulsado desde la Iglesia de América Latina, iniciado por los obispos en Medellín (1968): la opción por los pobres, que no es solo una opción ideológica, sino un desafío pastoral profundamente teológico: “La auténtica opción por los más pobres y olvidados, al mismo tiempo que nos mueve a liberarlos de la miseria material y a defender sus derechos, implica proponerles la amistad con el Señor que los promueve y dignifica. Sería triste que reciban de nosotros un código de doctrinas o un imperativo moral, pero no el gran anuncio salvífico, ese grito misionero que apunta al corazón y da sentido a todo lo demás. Tampoco podemos conformarnos con un mensaje social. Si damos la vida por ellos, por la justicia y la dignidad que ellos merecen, no podemos ocultarles que lo hacemos porque reconocemos a Cristo en ellos y porque descubrimos la inmensa dignidad que les otorga el Padre Dios que los ama infinitamente”.


Por procesos de formación de discípulos misioneros. Para el proceso de formación de discípulos misioneros, es necesario impulsar una “iglesia en salida y sinodal”, que no se queda mirándose a sí misma, sino que logre construir una espiritualidad dencomunión, inspirada en la comunión trinitaria, donde el otro no es absorbido sino pleno participante del proyecto de salvación y, por ello, la vida cristiana debe ser entendida como una misión permanente, “en salida”, siempre al encuentro de los otros. El Papa Francisco nos recuerda “en virtud del Bautismo nos convertimos en discípulos misioneros, llamados a llevar el Evangelio al mundo” (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 120). «Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador... La nueva evangelización debe implicar un nuevo protagonismo de todos, de todo el pueblo de Dios, un nuevo protagonismo de cada uno de los bautizados». El Pueblo de Dios es un Pueblo discípulo —porque recibe la fe— y misionero —porque transmite la fe—. Y esto hace el Bautismo en nosotros: nos dona la Gracia y transmite la fe. Todos en la Iglesia somos discípulos, y lo somos siempre, para toda la vida; y todos somos misioneros, cada uno en el sitio que el Señor le ha asignado. Todos: el más pequeño es también misionero; y quien parece más grande es discípulo. Pero alguno de vosotros dirá: «Los obispos no son discípulos, los obispos lo saben todo; el Papa lo sabe todo, no es discípulo». No, incluso los obispos y el Papa deben ser discípulos, porque si no son discípulos no hacen el bien, no pueden ser misioneros, no pueden transmitir la fe. Todos nosotros somos discípulos y misioneros y finaliza diciendo “A propósito de la importancia del Bautismo para el Pueblo de Dios, es ejemplar la historia de la comunidad cristiana en Japón. Ésta sufrió una dura persecución a inicios del siglo XVII. Hubo numerosos mártires, los miembros del clero fueron expulsados y miles de fieles fueron asesinados. No quedó ningún sacerdote en Japón, todos fueron expulsados. Entonces la comunidad se retiró a la clandestinidad, conservando la fe y la oración en el ocultamiento. Y cuando nacía un niño, el papá o la mamá, lo bautizaban, porque todos los fieles pueden bautizar en circunstancias especiales. Cuando, después de casi dos siglos y medio, 250 años más tarde, los misioneros regresaron a Japón, miles de cristianos salieron a la luz y la Iglesia pudo reflorecer. Habían sobrevivido con la gracia de su Bautismo. Esto es grande: el Pueblo de Dios transmite la fe, bautiza a sus hijos y sigue adelante. Y conservaron, incluso en lo secreto, un fuerte espíritu comunitario, porque el Bautismo los había convertido en un
solo cuerpo en Cristo: estaban aislados y ocultos, pero eran siempre miembros del Pueblo de Dios, miembros de la Iglesia. Mucho podemos aprender de esta historia.”

Este “ser discípulo” pide un camino de formación que nos lo aclara el Documento de Aparecida (2007): “En el proceso de formación de discípulos misioneros, destacamos cinco aspectos fundamentales, que aparecen de diversa manera en cada etapa del camino, pero que se compenetran íntimamente y se alimentan entre sí: Encuentro, Conversión, discipulado, comunión, misión”.


Por un evangelio inculturado que promueva en nuestros pueblos indígenas, mestizos y afros el seguimiento de Jesús. Nuestra Diócesis de Tumaco cuenta con una muy fuerte presencia de afrocolombianos y una presencia significativa de indígenas, sobre todo Awá y Espera Siapidara. Por esto, como lo afirma el magisterio pontificio, “al desarrollar su actividad misionera entre las gentes, la Iglesia encuentra diversas culturas y se ve comprometida en el proceso de inculturación. Es, pues, un proceso profundo y global que abarca tanto el mensaje cristiano, como la reflexión y la praxis de la Iglesia. Pero es también un proceso difícil, porque no debe comprometer en ningún modo las características y la integridad de la fe cristiana. Por medio de la inculturación la Iglesia encarna el Evangelio en las diversas culturas y, al mismo tiempo, introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad; transmite a las mismas sus propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y renovándolas desde dentro. Gracias a esta acción en las Iglesias locales, la misma Iglesia universal se enriquece con expresiones y valores en los diferentes sectores de la vida cristiana, como la evangelización, el culto, la teología, la caridad; conoce y expresa aún mejor el misterio de Cristo, a la vez que es alentada a una continua renovación. La inculturación es un camino lento que acompaña toda la vida misionera y requiere la aportación de los diversos colaboradores de la misión ad gentes, la de las comunidades cristianas a medida que se desarrollan, la de los Pastores que tienen la responsabilidad de discernir y fomentar su actuación.” (cfr. 52.54 de la  Redemptoris Missio.)

La V Conferencia General del CELAM reunida en Aparecida-Brasil (2007) de manera triste nos recuerda que “son pueblos pobres y excluidos, pero justamente por su condición de pobreza y exclusión han sido escogidos por Dios como los defensores de la vida, los custodios de la Madre Tierra, los centinelas que indican el camino para un futuro posible para toda la humanidad, y que enseñan a la humanidad actual a reconocer las cadenas que esclavizan los pueblos, romperlas, y caminar con esperanza.

como comunidades liberadas y espiritualmente fuertes. Los afros y los indígenas tienen modos peculiares de sentir lo Divino, de celebrar la vida y la fe, de relacionarse con el territorio, con la naturaleza, con los demás. Con su riqueza espiritual, sin perder su identidad ni desarraigarse de su historia, tienen que entrar en la iglesia como sujetos activos. Le toca a la Iglesia acercarse a ellos con respeto y humildad, valorando lo que estos pueblos son y aprendiendo a sentir la vida como ellos la sienten, y celebrar la vida como ellos la celebran”.(Aparecida 91).


Por la familia, pequeñas comunidades de fe (cebs) y el acompañamiento a las organizaciones de base. Las CEB’s como comunidades de creyentes, que se reúnen teniendo la santa Palabra de Dios como centro, para orar, reflexionar y proyectar la fe en una vida de comunión y solidaridad fraterna. La CEB’s, como pequeñas comunidades cristianas de base, experiencia latinoamericana, de una iglesia en comunión, donde la parroquia es la comunidad de comunidades. El encuentro en los grupos de familia con la palabra de Dios es una urgencia. La pastoral parroquial no debe anclarse, necesita ir más allá, afuera, con una pastoral de salida, de ir a los límites y fronteras. Se tiene que volver a los valores de familia, dado que ésta sigue siendo la primera defensora y protectora de la vida, aún cuando los nuevos desafíos culturales que se le imponen pueden terminar en problemas psicológicos, emocionales y espirituales. (EG No.29).

Una mirada prospectiva de 20 años atrás nos permite evidenciar que se ha venido trastocando y trasformando el paradigma de familia; con las políticas de diversidad de género se quiere un cambio de mentalidad para las nuevas generaciones. Frente a lo cual, como Iglesia hay que tener una voz, que en fidelidad a lo esencial de la Palabra de Dios no ha cambiado. Es obligatorio, en esta reflexión, traer a la memoria que los primeros generadores de violencia y victimarios en la región no eran oriundos de esta tierra, pero ahora, con todo el deterioro de los valores familiares se ha deteriorado la sociedad y ya los victimarios son nativos, de nuestras comunidades, de nuestras familias y barrios. Entonces, es necesario preguntarse: ¿Qué paso con la familia? – Sería urgente que esto se revise desde las parroquias con perspectiva de un trabajo proyectado a la formación integral en valores morales, sociales y cristianos.


Defensa del territorio, del medio ambiente y de los recursos naturales. Por un lado, está la preocupación por la biodiversidad y los conocimientos ancestrales de los recursos naturales y vegetales de los pueblos, en su ayuda para la vida; y de otro lado, la devastación a la que se ven enfrentados hoy en día los territorios, porque hoy se les ha puesto un valor netamente comercial, acabando con la garantía para una vida futura de nuestros hijos e hijas. Consideración especial requiere el valor del agua como un elemento vital para la supervivencia, y la preocupación por el uso indebido y destructivo de este recurso para la explotación minera y petrolera, evidenciándose el gran problema ambiental causado por políticas de depredación infernal y, a las que, como Iglesia, nos vemos en la necesidad de oponernos y denunciar con voz profética y solidaria en favor de nuestros pueblos.

Hoy por hoy, la riqueza natural de América Latina y El Caribe, experimentan una explotación irracional, que va dejando una estela de dilapidación e incluso de muerte por toda nuestra región. Hoy, se ve la necesidad de evangelizar a nuestros pueblos para descubrir el don gratuito de la creación. Crear conciencia sobre la importancia de la Amazonia para toda la humanidad. Debido a esta explotación inconsiderada de la naturaleza, se corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima de esta degradación; por ello, la Iglesia hace un llamado desde las parroquias para crear conciencia entre sus fieles y generar así una sensibilización del aprecio y protección de la “casa común.”


Por procesos orgánicos y procesuales en continuo discernimiento y crecimiento.
Iglesia debe profundizar en la conciencia de sí misma, debe meditar sobre el misterio que le es propio. El Concilio Vaticano II, presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí misma por fidelidad a Jesucristo: “Toda la renovación de la Iglesia, consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad a su vocación, la de servir”. Por lo anterior, asumimos la necesidad de una pastoral orgánica en la Iglesia, como unidad dinamizadora para su eficacia permanente que comprenda entre  tras cosas: principios orientadores, objetivos, opciones, estrategias, iniciativas prácticas y planificación.


ASAMBLEA DIOCESANA

Dentro de nuestro proceso de pastoral diocesano se convierte en un encuentro significativo anual, en los primeros años del procesos realizaremos una asamblea anual, más adelante tendremos dos anuales, que nos permitirá hacer una experiencia de comunión eclesial, en donde evaluaremos el camino recorrido, con los ojos de padre, y planearemos lo que nos queda por caminar con la certeza de la compañía del Señor Jesús y celebraremos la vida de nuestras parroquias con el dinamismo del Espíritu santo. A este encuentro están invitados todos los presbíteros de nuestra iglesia particular como las religiosas y los laicos con mayor compromiso en nuestras comunidades parroquiales.


REUNIONES DE VICARIAS

Como iglesia particular de Tumaco, contamos con una difícil realidad de movilidad, distancias, situación social, escasez de recursos materiales, que hacen que la pro-gramación, seguimiento y evaluación de los procesos pastorales vicariales se hagan complejos, sin embargo se hace necesario estos encuentro mensuales, con una agenda clara y un tiempo prudencial. Estos encuentros mensuales nos permitirán tener una clara visión de la vida de nuestras parroquias y nuestra vicaria, tanto a nivel social como pastoral. Por otra parte, de capital importancia es seguir construyendo nuestra fraternidad sacerdotal y la formación de nuestros laicos.


PLANEACIÓN Y EVALUACIÓN

Como hemos dicho anteriormente dentro del proceso debe primar la evangelización sobre la estrategia, sin embargo existe algunas opciones que hoy se vuelven importantes dentro de los procesos humanos. Ellas son la planeación, programación y evaluación, pues con la primera nos podemos ubicar en un contexto de largo plazo. Planear nos permite diseñar una estrategia a mediano y largo plazo, con unas etapas definidas, con un punto de llegada y con unos puntos fuertes que me permiten dinamizar el proceso pastoral en nuestro caso. La segunda en la programación, que nos permite colocar tareas, responsables, recursos, tiempos, responsables, a
nuestros actividades pastorales. Por otra parte está la evaluación que nos va dando luces de cómo el camino recorrido va alcanzando poco a poco los objetivos planeados. La evaluación es por esto, la organización de los datos y la mirada a los logros para presentarlos en las jornadas de pastoral parroquial o diocesana. Al identificar logros, agradecemos a Dios que con la ayuda del Espíritu Santo, nos asiste en la misión encomendada, agradecemos también, el apoyo y entrega de los evangelizadores de nuestras parroquias y comisiones y aunque no evangelizamos para que nos aplaudan, si tenemos que felicitar a quienes con humildad y sacrificio lo han entregado todo para la obra evangelizadora. Al identificar los aspectos que no se lograron, debemos ser humildes y reconocer que se presentaron sombras, obstáculos que unas veces se dan debido a la mala voluntad, la falta de iniciativa, el desánimo o el cansancio de los evangelizadores; otras veces, debido a factores externos, como la falta de recursos económicos, la movilidad de la población, la realidad social de nuestras comunidades.


TRABAJO EN EQUIPO

Afirma un adagio que “solos llegamos más rápido, pero juntos llegamos más lejos”. Este principio de la sabiduría popular está inscrito en la misma naturaleza de Dios que es comunidad. Podemos encontrar experiencias de cómo el trabajo en equipo es mucho más útil. (Cfr Num 11, 16). El testimonio de Jesús también nos hace ver como Él escogió un grupo de personas para que anunciaran el Reino y los envió en unidad para que fuera más efectivo el mensaje (Lc 10, 1-2) No podemos entonces olvidar que la iglesia es un cuerpo (Cfr., 1Cor 12,12.) donde podemos evidenciar también cómo en el cuerpo la iglesia se necesita que todos sus miembros aprendamos del trabajo en conjunto, dando cada lo mejor de sí mismo. Así lo afirma el Papa Francisco: “Una verdadera novedad suscitada por el Espíritu no necesita arrojar sombras sobre otras espiritualidades y dones para afirmarse a sí misma. En la medida en que un carisma dirija mejor su mirada al corazón del Evangelio, más eclesial será su ejercicio. En la comunión, aunque duela, es donde un carisma se vuelve auténtica y misteriosamente fecundo. Si vive este desafío, la Iglesia puede ser un modelo para la paz en el mundo.”


LECTURA PERMANENTE DE LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

Los “signos de los tiempos» aparece explicitado por primera vez en (Mt 16,4 y Lc 12,54-56), donde Jesús invita a la perspicacia y a la atención constante al Reino de Dios. En la iglesia es el Beato Juan XXIII, que, con fuerza profética, volvió a proponer su significado original, en el documento de convocatoria del concilio Vaticano II, el papa afirmaba: «Haciendo nuestra la recomendación de Jesús de saber distinguir los signos de los tiempos, creemos descubrir, en medio de tantas tinieblas, numerosas señales que nos infunden esperanza sobre el destino de la Iglesia y de la humanidad». A partir de este documento, otros pontífices han recurrido con frecuencia a esta expresión, codificada por el Vaticano II sobre todo en el documento Gaudium et Spes (No., 4, 11, 44). Con los signos de los tiempos, la Iglesia expresa ante todo el cambio en sus relaciones con el mundo: ella no quiere compartir el anuncio de los diversos profetas de desventuras, sino que, basándose en el Evangelio y en la resurrección, anuncia en la historia la presencia de verdaderos signos positivos que pueden ser catalizadores de cambio para todos.

La Iglesia, por consiguiente, está llamada a “escrutar» los signos de los tiempos: esto le permite situarse en el mundo con la atención de quien sabe anticipar el futuro, pero velando siempre sobre el presente. No se puede concebir que el fenómeno de los signos de los tiempos corresponda solamente a una “lectura» de los mismos después de que se hayan realizado. Los cristianos, en virtud de su vigilancia, tienen la tarea de crear nuevos signos, para que se haga cada vez más evidente la victoria del bien sobre el mal, la capacidad de crear signos nuevos será sin duda un testimonio de la responsabilidad que la comunidad cristiana sabe que tiene respecto al mundo, si ella es realmente “experta en humanidad»


EL EPAP

QUE ES EL EPAP:

Equipo Parroquial de Animación Pastoral.

Es un grupo de laicos comprometidos, de los más comprometidos, que constantemente se preocupan por el dinamismo pastoral, de la unidad parroquial y promueve de acuerdo a su función, el proceso Diocesano de Renovación y Evangelización, desde la “Espiritualidad de comunión y participación”, como respuesta a su invitación del Señor: Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste (Cfr. Jn 17,21). Por eso la importancia de elegir conscientemente y tener criterios válidos para llamar a los posibles integrantes del grupo del EPAP. Su elección es hecha por el Párroco, por un tiempo de 3 años, renovables otros 3.

El EPAP tiene la función de asistir al párroco, como verdadero consejo consultivo en las decisiones que él debe tomar con relación a la conformidad de un tejido de comunidades y movimientos que hagan de su parroquia una verdadera “Comunidad de Comunidades”, en las resplandezca el celo misionero. El EPAP es, en la práctica, una especie de secretariado permanente del Consejo Parroquial de Pastoral que, por su condición y número, es imposible reunir con la frecuencia que exige la dinámica que
se quiere imprimir al proceso de la evangelización de las parroquias. (Pag-188 PEIP)

¿Con qué criterio se buscan los integrantes?

Hay que tener en cuenta lo siguiente:

1. La voluntad de asumir el Proceso Evangelizador de la Iglesia Particular.

2. Convencernos de la necesidad de la conversión pastoral que nos lleve a un cambio de mentalidad y trabajar por la construcción de una nueva Iglesia-Comunión. Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más
que para la autopreservacion. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral solo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad. Como decía Juan Pablo II a los Obispos de Oceanía,(toda renovación en el seno de la Iglesia debe tener a la misión como objetivo para no caer presa de una especie de introversión eclesial) (Evangelii Gaudium Papa Francisco N°27).

3. Pedir la oración de la comunidad para que el discernimiento sea por el bien de la parroquia y la elección de los miembros sea la más conveniente para el Plan de Pastoral.


FUNCIONES DEL EPAP:

1. Hacer análisis constante de la realidad parroquial.
2. Elaborar el Plan parroquial.
3. Animar los distintos grupos apostólicos de la parroquia.
4. Promover la espiritualidad de comunión.
5. Promover la formación doctrinal, espiritual y pastoral de los laicos de la parroquia.
6. Ayudar al párroco en la pastoral de la parroquia.
7. Coordinados por el párroco, asegurar el desempeño eficaz de la pastoral parroquial.
8. Participar en los encuentros vicariales y diocesanos.


COMO HACER UNA REUNIÓN DEL EPAP

  • Es muy importante que el encuentro trascurra en un ambiente de confianza y dialogo que genere apertura para compartir. En la reunión tener en cuenta los siguientes momentos:
  • LA ORACIÓN: Para vivir la santidad comunitaria y trabajar unidos por una Iglesia Comunión, es necesario abrir el corazón a la gracia de Dios y descubrir su voluntad que se expresa en la palabra de Dios. La oración nos sensibiliza frente a las necesidades de la parroquia nos ayuda a dar una respuesta desde la fe.
  • LA FORMACIÓN: No se puede evangelizar, sin estar evangelizados. El proceso pedagógico de Jesús nos orienta en nuestra misión, llamó a los que Él quiso para que estuvieran con Él y formarlos para luego mandarlos a la tarea de evangelizar. El estudio nos ayuda a comprender mejor la misión en la iglesia, a conocer mejor la realidad de nuestra Diócesis y la parroquia y a comprometernos con la tarea de la evangelización.
  • EVALUACION Y PLANEACIÓN: En cada reunión se debe tener un espacio para revisar las actividades parroquiales, evaluar los procesos y diseñar estrategias para trabajar por una pastoral de conjunto.

Se recomiendan las siguientes pautas para la reunión:

  • Las reuniones deben ser frecuentes, semanal o quincenal, recuerden que de este grupo depende el éxito de la pastoral en la parroquia. Cada reunión no debe sobrepasar los 90 minutos.
  • Debe ser preparada por los coordinadores, es decir, el párroco, secretario y coordinador del EPAP.
  • Debe hacerse revisión constante de los compromisos adquiridos.

Quienes conforman el EPAP, su organización:

  • El párroco que lo preside.
  • Vicario parroquiales donde los hay.
  • Una religiosa si las hay en la parroquia.
  • Diacono si los hay.
  • Seminaristas si lo hay.
  • Y no menos de 5 o 7 laicos, o según las necesidades y realidades de cada comunidad.
  • El grupo elige a un secretario y un coordinador que con el párroco preparan y organizan cada encuentro.

Que no es el EPAP:

  • No es el Consejo parroquial.
  • No es la junta económica.
  • No son los más amigos del párroco.
  • No es un grupo que remplaza o representa al párroco, ni sus funciones.
  • No deben ser las mismas personas para todo, que están en todo.

¿CÓMO DEBE SER UN EPAP?

  • El EPAP, un equipo de comunión.
  • Un equipo de trabajo.
  • Un equipo de participación y colaboración.
  • Un equipo que coordina de la forma más adecuada para organizar el trabajo pastoral en la parroquia.
  • Un equipo lleno de vida, comprometido con la parroquia y con el servicio hacia los demás.
  • Un equipo que vive espiritualmente de comunión.
  • Un equipo que vive su fe intensamente a través de una vida sacramental y la oración.

Cuando se habla de un equipo, no basta que se reúnan o que realicen trabajosen común; la esencia del equipo es que las personas estén cohesionadas, estoquiere decir:  Se valoran se conocen, se aceptan, se respetan, se quieren, viven una espiritualidad de comunión, cuenta la opinión del otro y saben por quéy para qué conforman el equipo. Cuando el equipo es de vida antes que, de trabajo, la persona cuenta por lo que es y no solo por lo que hace; y eso hace sentir bien a todos. Antes que un programa de trabajo, el equipo se preocupa por tener un programa de formación. El modelo lo tiene el primer grupo apostólico: Cristo y sus discípulos. Aquellos hombres a quienes hoy veneramos como todos los de su tiempo. Pero junto al Señor, mediante el discipulado, se fueron transformando hasta ser capaces de dar su vida en testimonio de su fe y de su amor a Cristo. El equipo del EPAP ha de poner en prácticas aquellos de: “Ser la sal de la tierra y la luz del mundo”(Mt 5,13-14), pero el Señor advierte que no se puede perder el buen sabor y que la luz es para ponerla en lo alto y no esconderla, es decir, dar testimonio.

¿CUÁL ES EL PERFIL DE LOS QUE INTEGRAN EL EPAP?

Que tenga sentido de pertenencia a la parroquia: que amen la parroquia, que les duela la parroquia.

  • Personas de fe: Que tengan experiencias de fe a partir de la Palabra de Dios, la Eucaristía, la Oración y el espíritu misionero. Que haya vivido una experiencia de discípulos misioneros. (Ver número 278 del documento conclusivo de aparecida).
  • Corresponsabilidad: Personas que se caractericen por su dinamismo, su disponibilidad para trabajar y dar parte de su tiempo en beneficio de la organización parroquial.
  • Testimonio de vida: deben ser personas aceptadas por la comunidad, interesadas en trabajar por su parroquia y crecimiento espiritual propio y de los demás. El testimonio de vida parte de una espiritualidad que se vive en un ambiente comunitario y se celebra en la Eucaristía.
  • Disponibilidad para la formación permanente: que las personas sientan la necesidad de formarse para la tarea que corresponde, la formación es clave para entender el Proceso de Evangelizaciones necesita un equipo operativo que produzca y facilite el proceso, que viva la espiritualidad de comunión y se entusiasme por el Evangelio, para que, siendo evangelizados, se conviertan en evangelizadores. Tener encuenta que en las parroquias encontramos personas muy buenas y colaboradoras
    que no sienten la necesidad de la formación doctrinal. Estas personas se pueden aprovechar en otros grupos de trabajo. El anuncio se fundamenta en el hecho de la presencia de Cristo Resucitado hoy en la Iglesia, y es el factor imprescindible del
    proceso de formación de discípulos y misioneros. Al mismo tiempo, la formación es permanente y dinámica, de acuerdo con el desarrollo de las personas y al servicio que están llamadas a prestar, en medio de las exigencias de la historia. (Conferencia
    General Aparecida N° 279).
  • Saber trabajar en equipo: Es conveniente que quienes integren el EPAP reconozcan el talento de los demás, sepan trabajar en equipo, valoren las ideas de los otros y sientan que las diferencias enriquecen las diferencias interpersonales. Saber que como afirma San pablo: Ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno particular, miembros de ese cuerpo. (Cfr. Cor 12-27)